15.5.14

El orden de las pasiones

Al llegar a la casa, había algunos muebles. Probablemente escogidos por la agencia de alquiler: mucho blanco de Ikea y una teórica funcionalidad: dónde comer, dónde dormir, dónde sentarse a ver la televisión y dónde poner la tele en sí. Ni una estantería.

Y aunque parte de mis buenos propósitos de esta nueva vida felina tiene que ver con combatir mi necesidad de control y de orden (y la ansiedad derivada de no poder hacer ni una cosa ni la otra), eso no significa que el caos en el espacio de mis cosas entrase en mis planes.

Estantería DIY


Tal vez por trabajo ahora me pregunto más sobre el espacio y lo que significa habitarlo, existir en él. Pero lo cierto es que siempre me ha afectado mucho mi entorno en un nivel puramente material, como contenedor del cuerpo: disposición de objetos, limpieza, estética... 

Y cuando hace seis meses largos llegué a esta casa, necesitaba poderosamente disponer todo de forma que mi estantería de libros o mi estantería de "cosos" o los cuadros de las paredes formasen parte del relato de mí misma en este tiempo de una forma orgánica, no impostada.

Estanterías librescas


El reto ha sido hacer esto de forma secuencial: tener paciencia y no construir artificialmente la casa por la prisa de verla "bonita". Al contrario, un poco por economía y otro poco por autodiagnóstico mental, a esta cueva le ha ido brotando el ritmo de a poquitos. 

Y está bien, aunque no haya estores en el salón, manera de subirse a los armarios altos sin utilizar las sillas o espacio suficiente para las cazuelas. La política de calma va dando buenos frutos. No falta, claro, una ayudante que se ocupa de señalarme qué cosas están en mal sitio, es decir, a su peligroso alcance:

Talita con cara de buena

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